Rafael Ernesto Rodríguez Ávalos, Diana, su nieta, Sebastián y Dante, sus nietos. Aprendí a jugar temprano pequeñita, sin temor por el infinito amor de mi dulce, alegre hermano Ernesto, gran ser humano a quien vivo agradecida con el alma conmovida por su solidaridad su sonrisa y claridad ¡Ya lo hallaré en otra vida!
Dibujo de Lady Orlando Un "mostro" quiso asustarme con sus garras y comillos sus dientes bien amarillos no acababan de gustarme le dije que no se alarme pero debe de lavarlos limpiarlos bien,perfumarlos lavar también sus orejas su cornamenta, sus cejas pa' limpiecito, abrazarlo.
En la presentación de mi poemario. León, Guanajuato La décima que me anima dedicada a los pequeños pongo en ellos mis empeños pues su alma es una mina de oro que me reanima por su brillo y su hermosura su inocencia, su ternura la avidez de su mirada que lo que mira asombrada lo refleja con dulzura.
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