El desenlace del cuento -¡Al fin!-.
Rogelio se convenció
ya maúlla y ronronea
y aunque usted no me lo crea
sus bigotes relamió
pues al fin se decidió
a comportarse cual gato
aún juega con el pato
con los canarios, ratones
nos deleita con canciones
y uno que otro garabato.
Al gato lo sondearon, lo rasuraron, lo pesaron, lo midieron... y lo encontraron cháfaro, balín, fraudulento, mugroso, peludo, glotón, chípil. de manera que sobrevivió a los medicamentos, a la inflamación de la vejiga, al acoso zoofílico de la petiza y a las agresiones mariconas de Marcel (el otro gato). Nos deben esa parte en verso: la clínica. También allí hay poesía, como en aquellos dientes blanquísimos que vio Tolstoi en un perro muerto.
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